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Las repercusiones sociales y económicas de la pandemia ha exigido una respuesta común a escala europea que, el pasado 21 de julio, alcanzó un histórico acuerdo en el Consejo Europeo para movilizar 750.000 millones de euros.

La movilización de un volumen tan importante de recursos abre una oportunidad extraordinaria para nuestro país. Pero el vaso lo podemos ver medio lleno o medio vacío, dado que son muchos los mensajes que se escuchan de que no vamos a poder aprovechar estos fondos por incapacidad de gestión. Para ello, como toda circunstancia en la vida, debe entenderse bien cómo se estructuran estos recurso y, por ello, en este artículo trataremos de esquematizar y aportar algo de claridad al asunto.

En primer lugar, el Fondo de Recuperación Next Generation EU permitirá a España movilizar un volumen de inversión sin precedentes: en concreto, hasta 140.000 millones de euros en transferencias y créditos en los próximos seis años. Las dudas vienen en parte porque el 70% de los fondos deben concretarse en proyectos entre 2021 y 2022, y un 30 % en 2023, aunque los pagos son prorrogables hasta 2026. Por tanto, el primer paso está dado con el Plan España Puede, que es la distribución de los fondos. Ahora queda que la industria nacional sepa aprovechar al máximo esta situación transitoria excepcional para modernizarse, hacerse más sostenible y alinearse con políticas medioambientales.

Por tanto, si el Next Generation EU es el Plan Europeo, el homólogo nacional es el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el cual tildan de un proyecto de país, y con el que se pretende rejuvenecer nuestro tejido productivo, con el foco en los siguientes objetivos:

  • Prosperidad y resiliencia. Fomentar un crecimiento duradero, robusto, inclusivo y sostenible, que genera empleo estable y de calidad.
  • Acelerar la transformación tecnológica y digital, reforzando la productividad, las competencias y la conectividad de toda la población.
  • Sostenibilidad. Protección y conservación de la riqueza de los bienes naturales. Inversión en infraestructuras verdes, que transitan desde las energías fósiles hasta un sistema energético limpio.
  • Crecimiento y competitividad de las empresas. Impulso de la productividad, atracción de inversiones, internacionalización de las pymes y creación de empleo digno.
  • Crecimiento y competitividad de la industria. Modernización del tejido productivo, generación de empleo de calidad, eficiencia energética y transición a una economía circular.
  • Apuesta férrea por Ciencia e I+D+i, de tal manera que la tecnología y la innovación lleguen a todo el territorio y a todas las personas, para aprovechar las potencialidades y oportunidades del conocimiento.
  • Reforzar los sectores estratégicos (agroindustria, biotecnología, materiales, construcción, turismo etc.) e impulsar la modernización, primando su revalorización y proyección sostenible e innovadora.
  • Apostar por valores como excelencia, la universalidad y la equidad en la educación, la creación del talento, emprendimiento e innovación, sustentados como apoyo a las capacidades de investigación, atracción y fomento de la excelencia.
  • Cultura como seña de identidad imperecedera, como fuente de aprendizaje, promocionando sus valores, su industria cultural y facilidad de acceso.

Ahora queda que la industria nacional sepa aprovechar al máximo esta situación transitoria excepcional para modernizarse, hacerse más sostenible y alinearse con políticas medioambientales.

Por tanto, los puntos anteriores permiten tener una idea acerca de las líneas estratégicas que van a seguir los repartos de los fondos a través de las diversas convocatorias que se vayan abriendo desde los diversos organismos que las canalizan (Ministerios, CDTI, IDEA, Red.es, ENISA, etc.). La intensidad se puede percibir porque alrededor de 72.000 millones se desembolsarán en forma de transferencias y el resto a través de préstamos. Pero de nuevo, acudiendo a las nomenclaturas, dicho plan se pondrá en funcionamiento mediante dos instrumentos: el Mecanismo para la Recuperación y la Resiliencia y el REACT-EU. El primero, concentra la mayoría de los recursos del Fondo de Recuperación europeo. Durante el trienio 2021-2023 aportará 59.000 millones en transferencias. Y el REACT-EU, cuyo montante se encontrará cercano a los 12.000 millones, se centra en el refuerzo de sectores como el sanitario y educativo, así como en la transición a una economía verde y digital. Su articulación será a través de las Comunidades Autónomas.

Su materialización ya comienza a apreciarse, pues en los PGE de 2021 ya se contemplan 27.000 millones de estos fondos. El Plan quedó definido a mitad de abril, contenido en cuatro ejes fundamentales como son la Transición Ecológica, la Transformación Digital, la Cohesión social y Territorial y la Igualdad de género que, a su vez, se divide en 10 pilares o políticas palanca, y finalmente repartidas en un total de 30 componentes de actuación.

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Vicent Siurana

Director Operaciones de H&A IDI Ingeniero Industrial