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Todos los productos, al igual que el ser humano, están sujetos a un ciclo de vida. Tras las primeras etapas de “nacimiento” y “crecimiento”, llega la esperada “madurez”; etapa marcada por la estabilidad.

La “madurez” es, sin duda, una fase agridulce. El producto ha conseguido introducirse con éxito en el mercado, está consolidado y los beneficios por ventas son significativos. Ahora bien, por contra, es un periodo en el que las ventas pueden comenzar poco a poco a estabilizarse, la competencia crece, y aparece el inevitablemente riesgo de entrar en la no deseada etapa de “declive”.

Esta temida decadencia, con el consecuente impacto económico negativo por la disminución de ingresos por ventas, puede venir determinada por multitud de factores. Puede suceder que nuestro producto deje de ser novedoso, atractivo y que ya no se diferencie del resto de competidores; pero también puede que, al no adaptarse y evolucionar para responder a las nuevas tendencias o cambios del mercado, nuestro producto deje de satisfacer las necesidades de los consumidores y, como consecuencia de ello, se vuelva un producto falto de interés y poco demandado.

Debemos evitar, por tanto, que nuestros productos decaigan en el mercado, dirigiendo todos nuestros esfuerzos a tratar de adelantarnos y adaptarnos a todos estos factores. Hagamos evolucionar a nuestros productos, y logremos así dar soluciones a las nuevas necesidades que traen consigo los cambios repentinos en el mercado y en la demanda del consumidor. ¿Cómo podemos hacerlo?, pues apostando de una manera óptima, continua y contundente por el diseño y la innovación como estímulo regenerador de nuestros productos.

Ejemplos de la importancia del diseño en sectores diversos

La evolución de los productos se ha hecho necesaria en industrias de todos los sectores. En uno tan tradicional como es el de alimentación y bebidas, nadie duda que el interés por lo auténtico y artesano hace que el consumidor demande productos cuyos sabores, ingredientes, formulaciones, imagen y formato, tengan ese toque tradicional que genera confianza. Ahora bien, no cabe duda de que, para lograr diferenciarse y competir en un mercado en continua evolución, las empresas del sector cada vez apuestan más por la innovación, por la búsqueda de nuevos productos, por incorporar nuevos ingredientes y formulaciones que aporten beneficios saludables, preocupándose por la presentación de los mismos y la forma en que se elaboran, así como desarrollando nuevos tipos y tamaños de envases que se diferencien y sean exclusivos en visualidad, sostenibilidad, ergonomía, transportabilidad y, en definitiva, haciéndolos únicos y exclusivos.

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