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Al igual que en nuestro anterior artículo sobre el polémico bañador de poliuretano, trataremos la controversia entre tecnología y equidad en el deporte. En esta ocasión vamos a hablar de las zapatillas maratonianas con las que se pulverizaron varios records mundiales. No son otras que las Nike Vaporfly.

¿Qué las diferencia del resto de zapatillas?

El estudio que realizó Nike para su diseño consiguió (mediante la utilización de diferentes sistemas como placas rígidas de carbono, uso de un material elástico nuevo, ubicación de las placas, personalización de las zapatillas…) que los atletas que las calzaban subieran su rendimiento, optimizando el uso de energía durante la carrera. Estas zapatillas proporcionaban a los competidores un impulso extra. De esta manera, los atletas obtenían un mayor rendimiento y unos tiempos más reducidos.

Evidentemente estas mejoras suponen un desequilibrio injusto entre los corredores que usen Nike Vaporfly y los que no las usen.

La maratón de Chicago puso de manifiesto esta realidad. Los 10 primeros hombres que llegaron a la meta llevaron Nike Vaporfly.

Esta mejora de la economía de carrera está evaluada en un 4%. Incluso estudios posteriores han determinado en muestras de 500.000 corredores de maratón y media maratón que la reducción de tiempo es la siguiente:

  • para corredores de 3 horas: 6 minutos.
  • para corredores de 4 horas: 8 minutos.

Así quedó demostrado el beneficio en la gestión de la energía al usar estas zapatillas.

Ahora bien, las normas dicen que:

"las zapatillas no deben fabricarse de manera que den a los atletas un apoyo o ventaja injusta"

"cualquier tipo de calzado utilizado debe estar razonablemente disponible para todos en el espíritu de la universalidad del atletismo".

Este es el motivo que ha provocado que el record maratoniano de Eliud Kipchoge no sea reconocido de forma oficial por la IAAF, a pesar de que consiguió bajar de las famosas 2 horas de maratón con un tiempo de 1:59:40.

La tecnología avanza y supone un factor diferenciador en el deporte, pero hay que seguir buscando métodos que ayuden a buscar un equilibrio entre tecnología y equidad.