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Si hay algo que trae de cabeza a todo empresario es mantener y aumentar sus ventas, conseguir nuevos clientes que permitan la expansión empresarial de su entidad, captando la atención de todo consumidor potencial que requiera de sus servicios... pero ¿cómo consigue el empresario alcanzar una mayor visibilidad de sus productos y servicios? Fácil respuesta ¿verdad?: sirviéndose de las muchas herramientas que la publicidad y la comunicación pone a su alcance, pero ¿todo vale? Evidentemente, NO.

En los últimos 20 años la agresividad empresarial sobrepasó tantos límites que el legislador se vió obligado a regular la actividad publicitaria, a fin de salvaguardar los derechos no sólo de los empresarios, defendiendo la libertad de competencia en el mercado, si no los de todos los ciudadanos, limitando la creación de campañas dañinas y perjudiciales para gran parte de los ciudadanos y la sociedad en general.

Pues bien, a pesar de las limitaciones y prohibiciones legales existentes a día de hoy, hay quien sigue llevando al límite acciones de marketing que dejan en un lugar, cuando menos arriesgado, a la marca o entidad que pretenden difundir.

Todos recordaremos la famosa campaña que hace años lanzó una reconocida marca de desodorantes masculinos, considerada de las más sexistas del planeta y que en su día fue objeto de múltiples denuncias por la imagen estereotipada y denigrante que transmitía de la mujer, incumpliendo con los mínimos de respeto e igualdad entre mujeres y hombres postulados en la normativa vigente.

Pues bien, los señores de esta conocida marca, ni cortos ni perezosos, amén de que su spot fue retirado en multitud de países por ser considerado denigrante para las mujeres, no tuvo reparo en aprovechar un maratón femenino en la ciudad de Aarhus, Dinamarca, para realizar una acción de guerrilla. Aquí, un hombre que lucía una camiseta con la marca de desodorante saltó la barrera que separaba al público de la pista y se roció con el famoso desodorante justo antes de que dieran la señal de arranque. Con esto, cientos de espectadores vieron al hombre correr algunos metros adelante de cerca de 6 mil mujeres, recreando en la vida real el efecto de cacería que popularizaron los anuncios de esta marca.

Cómo es lógico, esto despertó un gran número de reclamaciones, no sólo por la acción parasitaria que realizó el fabricante de desodorantes, aprovechándose de un evento deportivo para alcanzar una mayor visibilidad, si no por el mensaje sexista y machista que se transmitía en sus campañas.

Si bien es cierto que en su momento este tipo de acciones levantaron mucha polémica y, en consecuencia, ocuparon muchas portadas en los medios de comunicación, se comenzaron a ligar una serie de valores retrógrados y sexistas a la Firma de desodorantes masculinos que le hicieron n un flaco favor reputacional, dañando enormemente su imagen de marca.

Si hay algo que todo empresario conoce de primera mano es lo difícil que resulta posicionar una marca en el mercado y lo sencillo que es acabar con ella con una acción desafortunada que manche su imagen y su reputación.

Así, llegados a este punto, y como coloquialmente se suele decir: "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar", o lo que es lo mismo, aprendamos de este tipo de acciones para evitar caer en la fácil tentación de una acción polémica por denigrante y sexista y practiquemos una publicidad responsable y eficaz. Sin duda, el público lo valorará y la finalidad perseguida con la publicidad se hará afectiva, sin lesionar los derechos de nadie.

Fuente: Fernandez-Palacios Abogados

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