Proteger un diseño industrial no solo es un paso legal necesario, sino también una estrategia inteligente para resguardar la inversión, fortalecer la marca, generar ingresos y transmitir una imagen positiva. Los diseños industriales, también conocidos como modelos o dibujos industriales, son elementos cruciales en la diferenciación y éxito de un producto en el mercado. Por esta razón, la protección de estos diseños es una herramienta poderosa que puede marcar la diferencia en un mercado competitivo.
Un diseño industrial es la representación estética u ornamental de un artículo. Puede abarcar rasgos en tres dimensiones, como la forma o la textura de un objeto, o en dos dimensiones, incluyendo diseños, patrones, líneas y colores. Dicho de otro modo, se trata de la apariencia visual de un producto, elemento que lo hace atractivo a los ojos del consumidor.
Los diseños industriales son versátiles y se aplican a una amplia gama de productos que abarcan desde instrumentos técnicos, dispositivos médicos y relojes hasta joyas, electrodomésticos, vehículos e incluso estructuras arquitectónicas. También incluyen elementos más cotidianos como estampados textiles y artículos recreativos. La clave para que un modelo industrial esté protegido es que su carácter sea esencialmente estético. Esto significa que no debe estar relacionado con aspectos funcionales del producto.
La protección de un diseño industrial es esencial para resguardar la inversión en diseño y mantener la exclusividad en el mercado. En la mayoría de los países, la protección se obtiene mediante el registro del diseño bajo legislaciones específicas sobre diseños industriales. En algunos lugares, como España, existe la figura del «diseño no registrado» que otorga una protección más limitada en tiempo y alcance, pero que puede ser útil en ciertas situaciones.
El registro de un diseño industrial ofrece al titular derechos exclusivos sobre su modelo por un período determinado, que varía según la legislación local. Durante este tiempo, el titular tiene el derecho de evitar que terceros utilicen, fabriquen o vendan productos que incorporen un diseño idéntico o similar al registrado.
En algunos casos -y bajo ciertas legislaciones- los diseños industriales también pueden estar protegidos como obras de arte en virtud de las leyes de derecho de autor. Esta dualidad en la protección brinda a los creadores opciones adicionales para salvaguardar su trabajo.
Obtener protección para un diseño industrial conlleva el cumplimiento de ciertas condiciones. Principalmente, se requiere que el diseño sea nuevo y original, aunque los criterios específicos pueden variar de un país a otro.
En términos generales, un diseño se considera nuevo si no ha sido previamente divulgado al público. Por otro lado, se considera original si se diferencia significativamente de diseños previamente conocidos o de combinaciones de características de diseños previamente existentes. Estas condiciones buscan fomentar la innovación y la creatividad en el diseño industrial.
La protección de diseños industriales no se limita a un tipo específico de producto; más bien, se extiende a una amplia variedad de artículos. Esto incluye envases y contenedores, mobiliario, enseres domésticos, equipos de iluminación, joyas, aparatos electrónicos, textiles y más. Los diseños industriales también pueden abarcar símbolos gráficos, interfaces gráficas de usuario y logotipos.
En este contexto, es importante destacar que una solicitud de registro de un diseño industrial en España puede incluir hasta 50 diseños diferentes del mismo producto (a excepción de ornamentaciones bidimensionales). Cada diseño puede incluir hasta siete vistas distintas, proporcionando una descripción completa de la apariencia estética del producto. Para que los productos estén protegidos, deben ajustarse a las tipologías consideradas en la Clasificación de Locarno, que define 32 clases distintas de productos. Tal condición permite que los diseños se protejan en una única clase que corresponda al producto desarrollado.
La protección de los dibujos o modelos industriales es un aspecto crítico que garantiza la exclusividad de un diseño. Sin embargo, esta protección suele tener un alcance geográfico limitado. Por lo general, se aplica solo en el país que concede la protección. Aun así, existe una excepción a esta regla gracias al Arreglo de La Haya relativo al Depósito Internacional de Dibujos y Modelos Industriales, un tratado administrado por la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual).
En concreto, bajo el Arreglo de La Haya, un solicitante puede presentar una única solicitud internacional ante la OMPI o la Oficina nacional de un país que sea parte en el tratado. Esto significa que el diseño industrial estará protegido en tantos Estados parte del tratado como desee el solicitante, lo que amplía significativamente su alcance.
En principio, el titular de un diseño industrial registrado o de una patente de diseño tiene la facultad de impedir que terceros fabriquen, vendan o importen artículos que presenten o incorporen un diseño que sea una copia del diseño protegido, siempre que estos actos se realicen con fines comerciales.
Es pertinente recordar que los derechos sobre un diseño industrial son otorgados por un período limitado, cuya duración varía de un país a otro. En muchos lugares, la protección se divide en períodos sucesivos renovables. Por ejemplo, en España, la duración de la protección conferida por los diseños industriales es de cinco años a partir de la fecha de presentación de la solicitud de registro. Esta protección puede renovarse por uno o más períodos sucesivos de cinco años, hasta un máximo de veinticinco años desde la fecha de presentación. La renovación de un diseño industrial se realiza mediante el pago de la correspondiente tasa cada cinco años.
Como dijimos, la validez del diseño registrado suele estar limitada al territorio nacional del país que lo concede. No obstante, durante los seis meses posteriores a la fecha de presentación de la solicitud, es posible extender la protección internacionalmente de dos maneras:
El coste de registrar un diseño industrial depende del número de diseños incluidos en la solicitud. Cuantos más diseños desees registrar, mayor será el importe asociado. En España, por ejemplo, para el año 2023, la tasa oficial para una solicitud que incluye de 1 a 10 diseños es de aproximadamente 78€.
El proceso de registro exige la presentación de al menos una imagen del diseño que permita su visualización clara. Este paso es esencial para que la autoridad competente evalúe y otorgue la protección correspondiente.
El registro de un diseño industrial puede realizarse de dos maneras:
Más que un trámite, la protección de los diseños industriales debe ser parte esencial de cualquier estrategia empresarial. Los motivos para proteger estos activos son variados y sustanciales:
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