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Esta semana la compañía china “Xiaomi” ha lanzado una olla a presión que se puede controlar a distancia desde un móvil. Es un ejemplo de la implantación del  Internet de las Cosas. Pero ¿qué se debe tener en cuenta al desarrollar este tipo de dispositivos?

La olla

La tecnológica Xiaomi ha lanzado toda una nueva línea de productos, siendo uno de los más llamativos una olla a presión conectada a internet para cocinar alimentos (fundamentalmente, arroz). Se llama“Mi Induction Heating Pressure Rice Cooker”. Este tipo de aparatos de cocina ya se encuentran presentes en el mercado, y son especialmente apreciados en el segmento asiático de consumidores.

Pero, ¿qué novedades aporta la olla de Xiaomi? Además de una tecnología más eficiente de cocción, que eleva la temperatura gracias a la presión hasta los 105ºC y, además, permite reconocer qué tipo de arroz se desea preparar, su principal  novedad es que se trata de un dispositivo “conectado” a internet (lo que la categoriza en el ecosistema del Internet de las Cosas o Internet of Things).

La olla cuenta con una conexión wifi que le permite conectarse a través de la red doméstica con la aplicación “Mi Home” de Xiaomi. De esta forma, el usuario de la app puede controlar en todo momento la cocción del arroz y tener preparada la comida en el momento preciso. Además, parece que podrá elaborar diferentes tipos de arroz según su marca, tras escanear y procesar el correspondiente paquete. Para ello, han llegado a un acuerdo con casi 200 firmas de este ingrediente en China.

La compañía también ha anunciado la próxima comercialización de una pulsera que mide la actividad física, un purificador de aire o una bicicleta inteligente.

El Internet de las Cosas, que no deja de ser un ecosistema de dispositivos inteligentes conectados entre sí que captan y comparten permanentemente datos, es uno de los mercados con un mayor crecimiento esperado. Una empresa que busque introducirse en este sector debe tener en cuenta varios aspectos:

- Protección de los activos claves. Muchos de los dispositivos del IoT, como la “olla” de Xiaomi, son protegibles mediante patente (si cumplen los requisitos de novedad, actividad inventiva y aplicabilidad industrial), además de mediante diseño industrial (que protege la apariencia del objeto). Otros aspectos a tener en cuenta son la protección del software que utilizan los aparatos del IoT mediante derechos de autor (o dentro de una patente, si bien esta modalidad es más difícil), así como la defensa de las bases de datos que recopilan la información captada por dichos “devices”.

En este contexto, Xiaomi cuenta con una solicitud de patente sobre la tecnología que emplea en su olla: Solicitud de Patente nº 201510171308.7, de fecha 13 de abril de 2015, ante la Oficina China de Patentes, “Rice cooker vacuum pan container constant temperature device”.

- Implicaciones en materia de privacidad. El IoT es una manera de captar y procesar multitud de datos de todo tipo, muchos de ellos personales, por lo que no se debe perder de vista la protección de los mismos desde el preciso momento del diseño del sistema (“privacy by design” y “security by design”), directrices a las que obliga el nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos.

- Estandarización. Al igual que los teléfonos inteligentes, es preciso tener en cuenta que la fabricación de este tipo de dispositivos puede implicar el uso de tecnologías estándares esenciales que permitan un mínimo funcionamiento homogéneo. Esto tiene implicaciones en relación con las licencias de patentes consideradas esenciales (licencias FRAND), que muchas empresas necesitarán para poder usar esa tecnología estándar esencial en la fabricación de sus dispositivos.

- Interoperabilidad. Si se pretende que los dispositivos se puedan comunicar entre sí, habrá que contemplar la posible interoperabilidad de los distintos softwares o el uso de softwares libres o de código abierto. La Ley regula cómo puede conseguirse esa interoperabilidad cuando el software es propietario.

- ¿Regulación para el IoT? El IoT no deja de ser un desafío para la legislación actual, y ello porque la captación, la transmisión y la gestión y el análisis de datos que implica son actividades que pueden incidir sobre derechos de los ciudadanos, en especial respecto de los datos de salud, seguridad o consumo, susceptibles de explotación comercial. La progresiva implantación del IoT puede generar problemas en relación con la responsabilidad por la tenencia de esos datos, los usos que se pueden dar o bien la ciberdelincuencia. Todo ello nos lleva a preguntarnos si es necesaria una regulación específica para el IoT o si, por el contrario, basta con aplicar cada normativa por separado. El tiempo lo dirá.

 Ignacio González Royo